El 24 de julio de 2010, 21 personas fallecían asfixiadas tras ser aplastadas (entre ellas Clara Zapater y Marta Acosta de Tarragona y Cambrils respectivamente) y 652 resultaban heridas en el Festival Love Parade que se celebró en Duisburg, Alemania.
Tras la investigación y abrirse diligencias, en 2016 el Tribunal de Distrito de Duisburg decidió cerrar el caso aduciendo que no existían pruebas suficientes para abrir un proceso penal. Finalmente, la Audiencia territorial del estado alemán de Renania del Nord-Westfalia, con sede en Dusseldorf, acabó dando la razón a la Fiscalía y a los familiares de las víctimas, que habían recurrido la primera resolución judicial y ordenó la apertura de juicio oral. Las personas que resultaron finalmente acusadas eran seis empleados del Ayuntamiento de Duisburg y cuatro empleados de Lopavent la promotora del Festival.
No se acusó al responsable de Lopavent, Rainer Schaller, ya que se consideró que no participó en la organización del evento sino que se limitó a tramitar la licencia para celebrarlo.
Un dato para la reflexión: La promotora ya había cancelado el Love Parade en Bochum en 2009, porque había «siempre nuevos problemas de seguridad» (extraído de la declaración de unos de los trabajadores de la promotora durante el juicio)
Tampoco estaba acusado en el proceso penal el Alcalde de la ciudad ni seguridad pública a pesar de que Lopavent alegaba que fueron los tres cordones de contención en torno a los diversos accesos del recinto montados por la policía los que habían congestionado todas las vías de circulación provocando que la gente terminara acorralada en distintos puntos.
La promotora incluso hizo un vídeo argumentando este punto de vista y colgó en su web las imágenes de las cámaras de seguridad para corroborarlo.
Hay que destacar que la policía manifestó que previamente a la celebración del evento expresaron en múltiples ocasiones sus recelos sobre las condiciones de seguridad del Love Parade.
Tanto los bomberos como la policía desaconsejaron su celebración que parece ser que se autorizó finalmente por presiones políticas.
El Plan de seguridad fue aprobado pero las autoridades firmaron la autorización final solo horas antes del inicio de la fiesta, lo que permite intuir las discrepancias que podía haber al respecto y parece ser que hasta el último minuto intentaron anular el festival.
El escrito de acusación de la Fiscalía era de más de quinientas páginas, centradas en la planificación y el discurrir del evento. Se considera que cuando estalló el pánico había entre 120.000 y 150.000 personas. Lejos de quedarse cortos los organizadores habían basado las previsiones en medio millón pero incomprensiblemente en un espacio que en realidad se ha calculado que tenía capacidad para 50.000.
La rampa de acceso al recinto y el túnel que servía de entrada y salida a éste, de 400 metros de largo y 20 de ancho y dividido en dos tramos, no fue suficiente para esa masa humana y a ello se unió la descoordinación y un cruce de medidas contradictorias entre policía y organizadores.
El proceso empezó el 8 de diciembre de 2017 y todavía continúa, a pesar que después de un acto llamado «discusión legal» o «debate jurídico» donde las partes realizan argumentaciones y conclusiones provisionales, algunos de los acusados aceptaron penas mínimas por conformidad. Seis funcionarios municipales y un trabajador de la promotora han admitido su culpa y ya han sido condenados a una multa de 10.000 euros.
Los otros tres procesados, trabajadores de la promotora Lopavent, mantienen su inocencia por lo que han rechazado la propuesta de conformidad del fiscal y el juicio contra ellos sigue adelante.
Si no se dicta sentencia en un plazo de un 14 meses, el caso prescribirá coincidiendo con el décimo aniversario de la tragedia, el 24 de julio del 2020.
Sigo el juicio a través de la prensa y de los blogs de asistentes que en cada sesión van relatando todo lo que se dice y se visiona en la sala y sin perjuicio de hacer un análisis más exhaustivo cuando llegue la Sentencia, quiero avanzar algunas cuestiones ya que una de las ideas que se repite a lo largo del juicio es que el interés del proceso no es no solo concretar de quién es la culpa de lo que ocurrió sino arrojar luz sobre qué errores que se cometieron para aprender de ellos.
La tragedia del Love Parade, como casi todas, es multicausal y hasta la fecha parece que debe centrarse en varios puntos, los principales: por un lado, no debería haberse autorizado su celebración y por otro, aquel día no se supo gestionar bien a la masa.
Los testimonios de las diferentes víctimas que sobrevivieron son siempre duros pero necesarios y lamentablemente algunos casi idénticos a otros escuchados en tragedias similares. Sus palabras nos hacen comprender la angustia de quien vive esa situación, de quien entra en pánico y cree – o sabe- que va a morir: «Caíamos como fichas de dominó» «Te hundías como en arenas movedizas» «Debajo de nosotros había dos capas de la gente. «No podía ayudar a nadie. Entonces me di cuenta de que las personas por debajo de mí me mordían»
Pero ¿es el pánico el origen del desastre? No, no lo es y recupero un artículo que se escribió al respecto que no debe hacernos olvidar lo que es una causa y una consecuencia 👉 https://phys.org/news/2012-06-panic-parade-disaster-germany.html
En cuanto a la autorización es incomprensible que se otorgara «por motivos políticos» Como he adelantado, de los testimonios de la policía y otros responsables queda bastante claro que desde la fase de planificación se coincidía en que el lugar del evento no era adecuado para un espectáculo multitudinario. Se dice del túnel que es un «cuello de botella» donde se preveía iba a haber problemas. La policía a lo largo del juicio reitera que habían manifestado expresamente que ellos no consideraban segura la realización del Festival en esa ubicación.
Además – y de eso también hay que aprender- se habla de una falta de coordinación previa entre diferentes agentes que intervinieron en el evento «Normalmente, bomberos y policía trabajan en estrecha colaboración. Ese no fue el caso con los planes de Loveparade»
Me ha llamado la atención uno de los testigos que era el «gestor de multitudes» del evento una persona que sin embargo no ha sido acusada pero – según indica en el juicio- cuyas funciones en el Festival eran:
- Gestionar el flujo de las personas
- Garantizar la seguridad en la zona de entrada
- Mantener el túnel despejado
- Instruir a los auxiliares/seguridad en sus tareas en esa ubicación.
- Trabajar directamente con la policía en el túnel y en el área de rampa
Este «gestor de multitudes» en su declaración también se lamentó de la falta de comunicación y coordinación con la policía. Parece ser que había problemas con las radios, fallos con los móviles, actuaciones en las que estaban en desacuerdo… Otro aspecto por lo tanto, de los muchos que fallaron que repercutieron en esa nefasta gestión del incidente.
Nada de lo que he leído hasta ahora sobre el caso, de los errores cometidos, son novedad en este tipo de tragedias: intereses económicos o políticos que se priorizan a la seguridad, ubicación no recomendada, más personas de las que debería haber, descoordinación…
Seguiremos atentos a la «fase final» del juicio y tomando nota.
annaalmecijaSP@gmail.com